viernes, 11 de junio de 2010

¿Alguien me explica qué carajo es un trikini?

Operación bikini. Bonito palabro, la verdad. Suena bien, no? Chicas en bikini, chicos en bikini, pingüinos travestis en bikini... La cosa comienza más o menos así: un dia de esos tontos, te miras al espejo, y dices "Dios, qué hace ese gordaco en el cuarto de baño?"; entonces, te giras para atizar al gordo en cuestión, y no hay nadie. Una alucinación? Quizá el pollo a la marihuana no era la mejor opción, para cenar. Pero al final caes en la cuenta de que el gordaco del espejo eres tu mismo. Y aquí es donde comienza, amigüitos, la operación bikini. Consistente, básicamente, en pasar hambre.

Pero, después de una árdua labor de investigación (preguntarle a google, vamos), mi operación bikini está siendo diferente a la habitual: consiste en comer carne. Como un cerdo. Para desayunar, carne. Para almorzar, carne. Para comer, carne. Para merendar, carne. Y para cenar, para todos aquellos que hayais hecho la ESO... efectivamente, carne otra vez.

Lo cual, de buenas a primeras, parece que sólo tiene ventajas. Desayunar beicon, huevos fritos, y hamburguesas? No es que puedas, es que debes! Almuerzo? Qué tal más beicon, y unos frankfurts? Vamos a comer, por ejemploooo... solomillo, y de postre, hamburguesas! Que no puedes comer la hamburguesa con pan y ketchup? No importa, lo compensas con... otra hamburguesa! Joder, esto es una dieta? Esto es la leche!

Pero claro, una vez te has puesto a ello, caes en la cuenta de que quizá, y sólo quizá, no es tan fantástica como creias... La primera putada: no puedes comer chocolate. Joder, soy un puto adicto a esa mierda! Qué drogas ni qué hostias! Dejar el chocolate, eso si es jodido, y no lo de la heroína! Si es que estos yonkis de hoy en dia son unas nenazas... Además, tal como dce la ley de Murphy, es inevitable que a los dos días de haber comenzado la dieta, algún cabrón decida celebrar su cumpleaños con exageradas cantidades de pastas de chocolate. Ahí es cuando dices: "mierda". Mierda, mierda, y más mierda, sí!

La otra cosa que descubres es que un poquitín de variedad no está mal del todo. Porque yo ya comienzo a ver beicon por todos lados. Por todas partes. Persiguiéndome, mirándome con sus ojitos fritos en aceite. Haciéndose un hueco en mi cama para perturbar mi tranquilidad... Beicon, yo te maldigoooooo!

Además, ni siquiera puedes empanarlo! Dios, pensadlo por un momento... beicon frito, rebozado... Mmmm... Mis arterias se están taponando, sólo con pensarlo!

Cómo puedo estar pensando siquiera en el beicon? Joder, si estoy hasta los huevecillos, de tanta carne!

Bueno, seguro que hay muchas más cosas malas, pero ya las iré descubriendo. Además, qué narices, tengo hambre.
Ale, os dejo con la tira de esta semana, que es una elaborada crítica de la sociedad (concretamente, de la parte femenina de la sociedad. La que tiene tetas, vamos). Bueno, vale, quizá no tan elaborada. Quizá ni tan siquiera "crítica". Pero a mi me ha hecho gracia el chiste.

Pasadlo chocapik!


-tx!.



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