viernes, 8 de abril de 2011

¡Al carajo la operación bikini!


Mi imaginación ha tocado fondo, por lo visto, y no hay manera de sacar nada de provecho, en medio de semejante caos de serrín, videojuegos, zombies, libros del mundodisco, canciones punk, canciones no tan punk, y chistes verdes. Y nada, cuando la cosa se pone fea, es cuestión de tirar de anécdotas, que es algo que no suele fallar.

Mi imaginación ha caído tan bajo como los pechos de aquella jefa que tuve hace años. Sí, aquella que llevaba escotes hasta el ombligo. Por aquel entonces hubiera apostado a que, si se quitaba el sujetador, los pezones le hubieran llegado hasta las rodillas. Era una suerte, pues, que no se los quitara, porque los vestidos que llevaba quedaban siempre por encima de las rodillas. MUY por encima de las rodillas. Eran vestidos de esos para los que había que ir muy bien depilada. Y no precisamente de las piernas.

Y ahora que hablo de depilación... estaba considerando seriamente volver a depilarme las axilas, ahora que ya es primavera. Y mientras pensaba en eso, he recordado también que me gusta combinar las camisetas con los calcetines. Especialmente, cuando son rosas. Y que me aburro cuando la gente habla de fútbol. Y que seguro que una falda de Desigual me quedaría divina. También me he desesperado porque tengo la casa hecha un desastre. He pensado en comprarme cremas antiedad. He empezado la operación bikini hace semanas. Mis amigas apuestan a que me quedará mucho mejor el bikini que a ellas.

Cielos. Ahora me doy cuenta de que comienzo a parecer un mariposón. Habrá que acostumbrarse.

Ale, ahí os dejo con la colaboración de este mes para el cuaderno del yeti. Con mapaches, cómo no.

-tx!.