viernes, 30 de octubre de 2009

Sigo dejándome la cartera encima del piano (de cola)

No hay nada como llegar a las tantas de la noche a casa, y salir a correr. En serio. A partir de las diez de la noche, las abuelas que pasean en manada por la avenida, los paseadores de perros profesionales (sí, me refiero a esos que pasean el perro por el carril bici. Hijos de puta...) y las felices parejitas que ya no tienen nada que decirse y se encaminan al cine del centro comercial para tener una excusa que les permita estar un par de horas sin hablarse, se han esfumado. El paseo está prácticamente desierto. No veo a ninguno de esos locos al volante deseosos de subirse a la acera para arrollarme violentamente(aunque mi madre insista en que los hay...). Tampoco a los cientos de atracadores que han pensado que salgo a correr con la cartera llena de billetes. De hecho, siquiera veo a nadie interesado en forzarme sexualmente en plena calle, probablemente debido a la poca luz, y no al hecho de que lleve unas zapatillas demasiado grandes, una camiseta demasiado naranja, y unos pantalones demasiado manchados de pintura. Pongo el piloto automático, y ¡hop!, en marcha.

Cuarenta y cinco minutos después, llego en un completo estado de euforia, hiperactividad y transpiración, que me permitirá estar despierto hasta las tantas. Decido hacer algo útil, para variar, y me decido a comenzar a escribir la entrada del blog para hoy. Sorpresa. Nada mejor que un apagón a las doce de la noche, para darte cuenta de que la iluminación del teléfono movil es, digamos, escasa, pero me salva de acabar con la cara estampada en el marco de la puerta. A tomar por culo, el destino prefiere que escriba las entradas el viernes mismo. Bueno, llamadlo destino, o llamadlo señor Endesa. Pues hala.

El subidón de salir a correr por la noche... Wow. Estoy acabado. ¿Qué será lo siguiente? ¿El subidón de jugar una partida de dominó?

-tx!.

viernes, 23 de octubre de 2009

¿Alguien ha visto a mis periquitos con boina?

Las reglas y yo no nos llevamos bien. De hecho, nos llevamos a matar. Tanto, que después de una larga discusión, conseguí echarlas de casa. Eso sí, luego volvieron con su abogado, y se quedaron con el piso, el coche, el pc y la figura de resina del Pato Donald. Por suerte, me quedé con un par de lápices, y con las ladillas (esas tenían que venirse conmigo!)

Malditas reglas. Que se mueran. Bien muertas. Ya me apañaré a pulso...

Ah, cambiando de tema, he sido casi famoso por unos momentos, esta tarde... Bueno, de hecho, no, pero queda bien. Al salir del curro, me han preguntado: "¿tú eres el que dibuja cómics?"; Bueno, sí, algo así. Al menos lo intento. Así que nada, ahí va la primera tira:



Criticadme mucho, que me gusta...

-tx!.